Mario Vargas Llosa. Imagen: deslengua2.pe |
El 1 de noviembre de este año, en su columna “Piedra de toque” publicada en el diario La República, Mario Vargas Llosa lanzó una serie de acusaciones sobre el gobierno argentino presidido aún por Cristina Fernández de Kirchner, a propósito de las elecciones presidenciales en dicho país. Vargas Llosa, en esa ocasión, tomó partido por el candidato opositor Mauricio Macri (quien finalmente ganó en segunda vuelta con el 51,34% de los votos) señalando que el kirchnerismo constituye una de las ramas más “demagógicas y corruptas” dentro del peronismo y que son ellos los responsables del “empobrecimiento” del país.
“(El kirchnerismo) ha
disparado la inflación, reducido drásticamente las inversiones extranjeras,
lastimado la credibilidad financiera del país en todos los mercados mundiales y
puesto a Argentina a orillas de la recesión.”
Además,
Vargas Llosa deslizó la posibilidad de un posible fraude del kirchnerismo en
las elecciones presidenciales para mantenerse en el poder: “El poder
kirchnerista sabe los riesgos que corre con un triunfo de la oposición y moverá
todos los resortes a su alcance, que son muchos –la intimidación, el soborno,
las falsas promesas, el fraude– para evitar una derrota.”
Sin
embargo, el politólogo norteamericano Steven Levitsky, en su columna del 6 de
diciembre de este año, también publicada en el diario La República, desarmó, una por una,
las acusaciones del escritor peruano sobre el gobierno de Cristina Fernández.
Ante
las acusaciones de Vargas Llosa sobre que el kirchnerismo “moverá todos los
resortes para evitar la derrota”, Levitsky señala que, aunque los Kirchner
tenían un estilo combativo, ellos nunca violaron la institucionalidad
democrática del país.
“La Constitución y el
Congreso se mantuvieron intactos. Ningún medio fue cerrado; ningún periodista o
político arrestado o exiliado; ninguna manifestación reprimida. Y las
elecciones fueron limpias: no hubo exclusión de candidatos, intimidación, o
limitaciones en acceso a los medios.”
Steven Levitsky, politólogo norteamericano. Docente en la U. de Harvard. Imagen: larepublica.pe |
Levitsky, a diferencia de Vargas Llosa, se basa incluso en información objetiva para sustentar su afirmación:
“La ONG norteamericana Freedom House califica a Argentina como “Libre” (Bolivia, Colombia, Ecuador
y Venezuela son calificados como “Parcialmente Libres”).”
Vargas
Llosa también sostiene que el hecho de que las personas que acudieron a votar
en la presente elección haya aumentado del 72% al 80% en comparación con la elección
pasada, constituye un claro ejemplo de que el electorado está descontento con
el actual régimen.
“Un sector importante del
electorado, hasta ahora indiferente o resignado ante el status quo, esta vez,
renunciando al conformismo, se movilizó y fue a votar, convencido de que su
voto podía cambiar las cosas.”
Sin
embargo, Levitsky señala que, aunque el kirchnerismo haya perdido las
elecciones presidenciales, ello no indica que éste goce de impopularidad en Argentina.
Todo lo contrario. Según Levtisky, Cristina Fernández cuenta con un 40 o 50 por
ciento de aprobación en Argentina; porcentaje mayor, incluso, a la de Bachelet (Chile),
Santos (Colombia) y Peña Nieto (México).
“La popularidad de Cristina
se debe, en parte, a las políticas redistributivas de su gobierno. Bajo el
kirchnerismo, el salario mínimo se duplicó, todos los argentinos (formales e
informales) tuvieron acceso a una pensión, y dos millones de familias pobres
tuvieron acceso a un ingreso mínimo (gracias al programa Asignación Universal
por Hijo). La tasa de pobreza cayó de 45% a 16%, el desempleo cayó de 17% a 7%,
y el índice GINI (que mide desigualdad) cayó de 53.5 a 42.3.”
Vargas
Llosa se equivoca, pues, calificando al gobierno de Cristina Fernández como un
gobierno que ha traído atraso y que infunde temor. El kirchnerismo pierde en
Argentina, sobre todo, por desgaste político: han gobernado durante doce años. No
pierde por descontento popular. Ejemplo de ello es que el candidato
oficialista, Daniel Scioli, haya perdido con un digno 49%.
Vargas
Llosa se equivocó, Levitsky lo demostró.