martes, 2 de agosto de 2016

Una pequeña anécdota a propósito de las declaraciones del cardenal Cipriani.

¿Ahora? Imagen vía: Útero.pe


Las declaraciones del cardenal Juan Luís Cipriani este último sábado en RPP son el motivo de que este blogger emita una breve reflexión al respecto. Como recordarán, el sábado 30 de julio, en el programa “Diálogos de Fe”, Cipriani nos dejó una frase no para el olvido, sino para reprenderlo:

“Las estadísticas nos dicen que hay abortos de niñas, pero no es porque hayan abusado de las niñas, sino porque, muchas veces, la mujer se pone, como un escaparate, provocando.”
Las declaraciones de Cipriani fueron duramente criticadas al instante en las redes sociales. Incluso la flamante ministra de la Mujer, Ana María Romero-Lozada, manifestó su inconformidad:

“En un país que ocupa el tercer lugar en el ránking mundial de violaciones sexuales, una declaración de esta naturaleza no merece solo mi rechazo como mujer sino también como ministra.”
Sin embargo, también hubo opiniones que defendían lo dicho por el Cardenal. Es el caso de la periodista Jessica Tapia:

“Cipriani dijo lo que yo pienso. Hay innecesaria sobre exposición del cuerpo femenino y eso lleva a que retorcidos se crean con derecho a abusar.”
Y aquí se abre el debate y la razón de este post: ¿Se justifica la amonestación a la mujer por la “exposición” de su cuerpo, por la forma en que ella se viste?

Recuerdo que, hace muchos años, cuando yo estudiaba en el Seminario “San Martín de Porres” de la Diócesis de Chosica, este tema se tocó en una de las clases que llevábamos por aquel entonces. Recuerdo que un grupo de alumnos sostenían que la mujer “en parte es culpable” porque ella misma se expone al vestirse “ligera de ropas, con la minifalda tan corta y el escote pronunciado”.

Al instante, nuestro profesor, el padre Roberto Padilla, los interrumpió: “¿Pero de dónde viene el foco de atracción, de la mujer o del hombre?” Muchos guardaron silencio, pero en mi interior entendí lo que quería dar a entender el padre Roberto: No es la mujer la “culpable” por vestirse como ella guste, sino que es el hombre el culpable por mirar a la mujer con morbo.

Para sentenciar su pregunta, el padre Roberto nos contó una bonita y memorable historia: “Dos monjes, en el momento en que se disponían a cruzar un río para continuar su camino, advirtieron que una mujer les pedía su ayuda porque ella sola no podía cruzarlo. Entonces uno de los monjes cargó a la mujer sobre su espalda y la ayudó a pasar. Los monjes continuaron su camino, pero, rato después, el otro le increpó severamente: ‘¡¿Cómo has podido llevar a una mujer sobre tus espaldas?!’ El buen monje respondió: ‘Amigo, yo hace media hora he dejado a esa mujer en la orilla del río, ¿y tú aún no puedes sacarla de tu corazón?’”

Desde entonces entendí y para siempre que la mujer puede vestirse como ella más le plazca, y que ello no le da derecho a ningún hombre a faltarle el respeto o juzgarla por su manera de vestir. Aquellos que lo hacen, ¿no lo hacen acaso porque ellos mismos las miran con morbo? ¿Quién entonces es el que tiene que cambiar su mentalidad?

Como dato aparte, quisiera agregar que, si bien es cierto que las palabras del cardenal Cipriani merecen nuestro total rechazo, ello no justifica generalizar la idea de que todos los sacerdotes piensan igual. Existen buenos sacerdotes que entienden que el “escándalo que provoca la mujer por su manera de vestir” no es en modo alguno falta de la mujer, sino que es culpa del hombre por mirar a la mujer como objeto (cosificación del ser humano), dejando de respetar su dignidad. El padre Roberto Padilla, con su reflexión y la historia que nos contó, es un buen ejemplo de ello.

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