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¿Ahora? Imagen vía: Útero.pe |
Las declaraciones del
cardenal Juan Luís Cipriani este último sábado en RPP son el motivo de que
este blogger emita una breve reflexión
al respecto. Como recordarán, el sábado 30 de julio, en el programa “Diálogos
de Fe”, Cipriani nos dejó una frase no para el olvido, sino para reprenderlo:
“Las
estadísticas nos dicen que hay abortos de niñas, pero no es porque hayan
abusado de las niñas, sino porque, muchas veces, la mujer se pone, como un
escaparate, provocando.”
Las
declaraciones de Cipriani fueron duramente criticadas al instante en las redes
sociales. Incluso la flamante ministra de la Mujer, Ana María Romero-Lozada,
manifestó su inconformidad:
“En
un país que ocupa el tercer lugar en el ránking mundial de violaciones
sexuales, una declaración de esta naturaleza no merece solo mi rechazo como
mujer sino también como ministra.”
Sin
embargo, también hubo opiniones que defendían lo dicho por el Cardenal. Es el
caso de la periodista Jessica Tapia:
“Cipriani
dijo lo que yo pienso. Hay innecesaria sobre exposición del cuerpo femenino y
eso lleva a que retorcidos se crean con derecho a abusar.”
Y
aquí se abre el debate y la razón de este post:
¿Se justifica la amonestación a la mujer por la “exposición” de su cuerpo, por
la forma en que ella se viste?
Recuerdo
que, hace muchos años, cuando yo estudiaba en el Seminario “San Martín de
Porres” de la Diócesis de Chosica, este tema se tocó en una de las clases que llevábamos
por aquel entonces. Recuerdo que un grupo de alumnos sostenían que la mujer “en
parte es culpable” porque ella misma se expone al vestirse “ligera de ropas,
con la minifalda tan corta y el escote pronunciado”.
Al
instante, nuestro profesor, el padre Roberto Padilla, los interrumpió: “¿Pero
de dónde viene el foco de atracción, de la mujer o del hombre?” Muchos
guardaron silencio, pero en mi interior entendí lo que quería dar a entender el
padre Roberto: No es la mujer la “culpable” por vestirse como ella guste, sino
que es el hombre el culpable por mirar a la mujer con morbo.
Para
sentenciar su pregunta, el padre Roberto nos contó una bonita y memorable historia:
“Dos monjes, en el momento en que se
disponían a cruzar un río para continuar su camino, advirtieron que una mujer
les pedía su ayuda porque ella sola no podía cruzarlo. Entonces uno de los
monjes cargó a la mujer sobre su espalda y la ayudó a pasar. Los monjes continuaron
su camino, pero, rato después, el otro le increpó severamente: ‘¡¿Cómo has
podido llevar a una mujer sobre tus espaldas?!’ El buen monje
respondió: ‘Amigo, yo hace media hora he dejado a esa mujer en la orilla del río, ¿y tú
aún no puedes sacarla de tu corazón?’”
Desde
entonces entendí y para siempre que la mujer puede vestirse como ella más le
plazca, y que ello no le da derecho a ningún hombre a faltarle el respeto o juzgarla
por su manera de vestir. Aquellos que lo hacen, ¿no lo hacen acaso porque ellos
mismos las miran con morbo? ¿Quién entonces es el que tiene que cambiar su
mentalidad?
Como
dato aparte, quisiera agregar que, si bien es cierto que las palabras del
cardenal Cipriani merecen nuestro total rechazo, ello no justifica generalizar
la idea de que todos los sacerdotes piensan igual. Existen buenos sacerdotes
que entienden que el “escándalo que provoca la mujer por su manera de vestir”
no es en modo alguno falta de la mujer, sino que es culpa del hombre por mirar
a la mujer como objeto (cosificación del ser humano), dejando de respetar
su dignidad. El padre Roberto Padilla, con su reflexión y la historia que nos
contó, es un buen ejemplo de ello.